ABCdario / COMO MÉXICO NO HAY DOS

Por Víctor Octavio García

 

Ora sí que como reza un viejo autoelogio patriotero, “como México no hay dos” y ¡vaya que no los hay!; las redes –y la cajas de resonancia (muros en el feis) que se cuentan por miles– llevan dos días inundando las redes con el tema de Ricardo Anaya que si es o no culpable de los delitos que le imputan, que si se autoexilio o no, que si es o no venganza y persecución política etc., arde una plataforma petrolera y con ellos cientos o quizás millones de pesos se vuelven chatarra y nadie dice nada; lo de Ricardo Anaya no deja de ser un exceso personal que se inscribe en un acto más de corrupción en un político bribón, pero lo del incendió de la plataforma petrolera ¿o acaso no es un quebranto a la nación provocado por la irresponsabilidad, ineptitud y el valemadrismo gubernamental?, pregunto ¿Quién pierda, quién gana?.

Cada semana hay un nuevo pretexto para entretener a una audiencia ávida de frivolidades e intrascendencia a la que le “hacen el día” publicándole la foto de un perrito, un plato de comida, un selfies o sencillamente un meme cualquiera, coyuntura que embona perfectamente con las conferencias “mañaneras” del presidente aderezadas con algún tema político de barandilla, agresión, ocurrencia o simplemente descalificando al que se le atraviesa; rara vez hace anuncios o dice algo importante, lo de él es mantener viva la polarización, y eso sí allí estamos todos repitiendo y replicando como loros o chachalacas lo que dice, gesticula, finge o insinúa en sus célebres conferencias matutinas.

Espero que cuando termine este largo sueño –que para muchos se inscribe en una brutal pesadilla– todavía tengamos país, un país al que debemos de voltear para ver qué está pasando, un país al que hay que rescatar de ese sueño perturbador en el que hemos caído acicalando por miles de voces y expresiones que repite que estamos bien, que vamos bien, lo que me recuerda a la Roma imperial, a la Roma de Nerón, que cuando mejor estaba el imperio Roma fue devastada por un incendio mientras Nerón, el emperador tocaba la lira (guitarra) y veía el desastre desde un diván. ¡Qué tal!

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