ABCdario / EL GRAL. OLACHEA Y “PANZA DE LEÓN”

Por Víctor Octavio García

 

Tenía escasos meses que el Gral. Agustín Olachea había iniciado la colonización del valle de Santo Domingo, todo el interés del gobernador del territorio de centraba en las nuevas tierras que se abrían al cultivo con prometedoras expectativas, justo en ese tiempo el Gral. Olachea recibió varias quejas de rancheros del sur del estado que vivían remontados en la sierra de que se les “estaba perdiendo mucho ganado, sobre todo vacas gordas”, las sospechas recaían en Manuel González Márquez, “Panza de león”, un viejo revolucionario que había peleado con los orteguistas que vivía remontado en la sierra sacando enjambres para vender la cera a quién señalaban de “cuatrero”, el Gral. Olachea no solo conocía a “Panza de leon” sino que le tenía muchas consideraciones por su pasado revolucionario a quien tuteaba como González, cuando el Gral. Olachea se enteró de que era el principal sospecho de “que se perdiera ganado en la sierra, sobre todo vacas gordas” lo citó para platicar y reconvenirlo por su “mala conducta”, ya estando frente a frente con el incriminado obvió decirle de las quejas que había en su contra dándole instrucciones de que se concentrara en el valle de Santo Domingo donde le entregarían tierras para cultivar, “Panza de leon” no titubeó y le agarró la palabra mudándose al valle de Santo Domingo, como viejo combatiente ostentaba el grado de Sargento Segundo en el ejército irregular (no reconocido) del Gral.  Félix Ortega Aguilar, que combatieron contra el gobierno.

El viejo revolucionario se fue a vivir al valle de Santo Domingo donde le entregaron parcelas y avíos para que se pusiera a trabajar, por un tiempo el Gral. Olachea no supo nada de “Panza de león” hasta que comenzaron a llegar quejas de que andaba “alebrestando” a los colonos contra el gobierno, lo llamó de nuevo instruyéndolo de que se fuera al valle de Los Planes donde se estaban abriendo tierras para el cultivo, allá le darían una parcela y los medios para que se pusiera a trabajar; “Panza de león” se va para Los Planes donde al poco tiempo pasa exactamente lo mismo que había pasado en el valle de Santo Domingo, comenzaron a llegarle quejas al Gral., de que “Panza de león” traía alborotados a los colonos contra el gobierno, en realidad no era tal, sino parte del carácter del viejo revolucionario, un tanto más problemático, cuanto más conflictivo; de nuevo lo llama el Gral. Olachea con el fin de sacarlo de Los Planes donde traía el mundo de cabeza y le dice, cara a cara “González, te voy a designar comandante de la policía, allí  vas a estar muy bien”, “Panza de león” se le queda viendo un rato enriscándose sus gruesos bigotes al estilo de Porfirio Díaz y le contesta al Gral., “mi Gral., yo creo que no merezco tan poca cosa, muchas gracias”, el Gral., se levanta de su asiento encabronado y le dice, “que te vaya bien González, yo ya hice mi parte, tú eres quien no pone nada de tu parte”, le da un fuerte apretón de manos a manera de despedida quedando terminada una relación de consideraciones y respeto.

Todo lo que pasó con “Panza de león” durante el largo tiempo que estuvo fuera lejos de la sierra donde se agolparon quejas en su contra, éstas no disminuyeron sino que arreciaron, se siguió perdiendo ganado y sobre todo “vacas gordas”, lo que demostró que no era él el “cuatrero” sino otros, a partir de allí se dedicó a gestionar obras para la retención de aguas broncas, conocía perfectamente la sierra donde nació y se crío, amén del sacrificio que imponen las sequias, la falta de agua, siendo uno de los gestores iniciales, posiblemente el pionero para que se construyera la presa de “La Palma” en Caduaño durante el gobierno de Enrique Peña Nieto y Marcos Covarrubias, presa que en su honor debe de llevar su nombre; Manuel González Márquez. Vaya esta anécdota que me compartió una familia muy cercana al viejo revolucionario como un modesto reconocimiento a Manuel González Márquez, sudcaliforniano sin par de quien me siento orgulloso de ver compartido la misma tierra que nos vio nacer en épocas y circunstancias distintas, justo en la indomable tierra del indio “Chicori”. ¡Qué tal!.

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