ABCdario / ERICK GONZÁLEZ

Por Víctor Octavio García

 

En septiembre de 1959 azotó un ciclón muy fuente en el sur del estado que dejó incomunicado a San José del Cabo y varias comunidades y rancherías a lo largo de varias semanas, los arroyos salieron de orilla a orilla, justo ese día mi salud se agravó y urgía una transfusión sanguínea, tendría acaso un año dos meses de edad, mi papá trabajaba de talabartero con Fabián Ojeda Meza, prospero comerciante y filántropo de Miraflores, que en ese tiempo fungía como sub delegado honorario de gobierno, mi papá lo fue a ver para que me trasladara a San José para ver el doctor que, dada la gravedad, urgía, era de vida o muerte; Fabián no titubeó y de inmediato armó el viaje en un camioncito de redilas con varias ayudantes a bordo, mecates, palas, hachas y picos para abrirse paso sobre la casi intransitable brecha; Fabián recién había sacado de la “agencia” un camioncito Ford 1958 de redilas en el que movía la mercancía de su “changarro”; el primer arroyo en cruzar fue el de Caduaño en la zona conocida como la “cuesta de Vázquez” cuya exitosas maniobras amarrando el camioncito con mecates de árboles y cargándolo de lastres para que no se le llevará el arroyo lograron salvar el primer obstáculo, después vendrían los arroyos de La Palma, Santa Anita, San José Viejo, Las Ánimas hasta llegar a San José, versión tengo contada por mi papá QEPD, ora sí que de mis primeras impresiones de Fabián Ojeda, a quien conocí y trate en mis años mozos; un gran hombre, solidario, servicial, de palabra.

Justamente de ese viejo roble proviene Erik González, aspirante a contender en la justa plebiscitaria para elegir delegado de Miraflores; joven abogado por la UABCS que proviene ora sí que de la cultura del esfuerzo, lo conozco desde que nació y se de lo que habló, ojalá que sus justas y nobles aspiraciones se cristalicen en bien de los mirafloreños; su otro tronco del que proviene es Onofre González Rosas, curtidor de pieles, hombre forjado en el trabajo y en lo profundo de la sierra que honró hasta su muerte la olvidada tradición de curtir pieles con cacalote de palo colorado, salmuera y cal; dos fuertes raíces que le dan valor agregado al joven Erik González más allá de historias comunes y lugares conocidos.

Hoy me di a la tarea de hablar un poco de él porque lo conozco y puedo dar fe de que es un buen  elemento, un mirafloreño que ama profundamente a su tierra; echado pa´ delante, leal, capaz, trabajador y responsable, la sangre que corre por sus venas obligan a honrar la memoria de sus antepasados, dos viejos robles –Fabián Ojeda Meza y Onofre González Rosas– que contribuyeron con sus esfuerzos, sudor, amor y dedicación a forjar el Miraflores de ayer, de hoy y siempre. ¡Enhorabuena Erik, la mejor de las suertes!

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