Por Víctor Octavio García
Poco se sabe de Milena Quiroga; sus apariciones públicas siembran pocos referentes; no habla, no escucha ni ve, verbigracia como una fugaz estela de luz; las últimas declaraciones que dio a la prensa esclarecen muy poco de lo que se espera de su gobierno; “que gobernar La Paz será un reto ¡válgame Dios!, y que no habrá revés en la desaparición del instituto municipal de la Mujer, que la atención a las mujeres se realizará desde la presidencia municipal”. ¡Quihúbole!.
De su gabinete se sabe menos, muchísimo menos, su estilo anodino y escurridizo son en sí mismo un misterio por revelar; trae de la mano a Alejandro Mota Trasviña, ex secretario general municipal de Rubén Muñoz que no es ni fu ni fa, y a un grupo de profesores y burócratas jubilados a los que seguramente dará de alta en la ya de por si sangrada nómina municipal. Mala señal.
Es decir, y para ir entendiéndolo, no habrá sorpresas ni sorprendidos sino más de lo mismo, el hecho de empoderar Alejandro Mota como su futuro secretario general municipal es un despropósito que cala; un tipo que jamás ha dado resultados cuyos méritos son de no hacer nada ni de saber nada de nada, justo como un patibulario o estatua, siempre cerca y al lado del presidente.
Si Rubén Muñoz nunca tuvo ni contó con un secretario general dicho en la más humilde acepción de la palabra, ya por qué así es su carácter de agandallar todo y por las marcadas limitaciones del que cobró como tal, curiosamente Milena va por el mismo rumbo; repetir a Alejandro Mota en la secretaria general municipal como cuando Calígula nombró cónsul a su caballo; cierto, está en su fiesta (gobierno) pero también es cierto que los paceños esperan y demandan resultados no más de lo mismo.
Inundar las redes con “selfies” en familia, comiendo o reuniéndose con simpatizantes, cierto producen empatías pero no responden a las expectativas que se han creado alrededor de su rápido ascenso al poder, necesita comenzar hacer algo, si bien no se le pide que haga cosas extraordinarias, si al menos construya una narrativa y dé una imagen de sensatez que ofrezca certidumbre y rumbo al gobierno que está por encabezar; solo restan 25 días para que se estrene como alcaldesa y seguimos sin saber qué diablos es lo que piensa hacer. ¡Qué tal!.
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