CLAROSCUROS / TODOS SOMOS IGUALES

Por Salvador Castro Iglesias

 

En un país como el nuestro (México), de un tiempo para acá alguien decidió que no somos iguales, que la gran diferencia estriba en si alguien es Chairo u otro es fifí.

No importa si naciste en este hermoso México, si tu familia y ancestros llegaron con Hernán Cortés, en la Nao de China, remando, nadando o en avión, lo que te convertirá en alguna de las dos definiciones anteriores será tu situación económica, si tienes dinero, educación, o si amas a rabiar a tu Presidente aunque tu vida sea miserable y las llamadas oportunidades no las veas llegar por ningún lado.

Desde pequeño me enseñaron que todo lo que pueda ocurrirle a una persona estará condicionado por su entorno (familiar, social y económico) y que la mejor forma de cambiarlo dependerá de la actitud con que se pueda vislumbrar el futuro personal aprovechando todas las herramientas disponibles para ello.

No es dando dinero a manos llenas como se cambian las cosas, será el trabajo arduo, el estudio y la constancia quienes determinarán si ese futuro promisorio se haga o no realidad.

Si bien es cierto en muchas partes de nuestro País existen personas en un altísimo grado de miseria, resultado de pésimas políticas públicas, falta de escuelas, de trabajo bien remunerado y mil cosas más, ello no debería ser determinante para el éxito o el fracaso.

Lo preocupante es ese discurso que día a día se promueve desde Palacio Nacional, haciendo creer a millones de Mexicanos que su pobreza es debido a la maldad de los fifís y no a la falta de oportunidades que el Gobierno en turno (y casi todos los anteriores) que han propiciado el crecimiento inhumano de pobreza en este país.

¿Somos diferentes?, ¿nos han hecho creer que así es?, si partimos de la base en que todos los seres humanos tenemos la misma morfología, con distintas tonalidades de piel, tamaño o rasgos, según sea su lugar de origen, las diferencias estarán entonces en la manera de pensar, de creer o de actuar.

Somos mexicanos todos los que vivimos en este país, ya sea porque aquí nacimos o nos criamos, asistimos a mismos niveles educativos y en la gran mayoría tuvimos muchas oportunidades para salir adelante, pero lograrlo dependió solo de nosotros.

No, jamás aceptaré esa burda designación de ser chairos o fifís, creada para lograr la desunión, fomentar la ira y el resentimiento por alguien enfermo de poder. Pruebas y muestras de que cualquiera puede salir adelante existen muchas, desde el hombre que sale todos los días a vender algún producto, el ama de casa que se parte el lomo trabajando a diario en su casa y en algún empleo para sacar a sus hijos adelante, el empresario que invierte su capital creando nuevas fuentes de empleo, los egresados de las universidades que no se rinden buscando trabajo y cuando no lo encuentran lo promueven o lo crean.

Los mexicanos tenemos fama de hacer las cosas, muchas de ellas de excelencia, no nos rendimos a la primera, ni a la segunda ni a la tercera, somos luchones y le entramos al trabajo cuando hace falta.

Lo que hace grande a un país es su gente, sin distinciones, sin adjetivos denigrantes, con Gobiernos preocupados por llevar mejores condiciones de vida, mejores servicios de salud, mejores escuelas, un Gobierno que le apuesta al crecimiento ordenado, que vigila la correcta aplicación de las Leyes y que une y no desune.

México es, fue y seguirá siendo un gran País mientras todos entendamos que somos uno solo, que solo unidos saldremos adelante y que nadie ni nada nos hará perder el rumbo glorioso soñado por nuestros Padres.

Reniego de ese discurso ramplón que no nos llevará a ningún lado bueno, dividirnos, clasificarnos y hacer que nos separemos solo hará que nos perdamos en el marasmo de mediocridad para beneficio solo de quienes consideran que solo ellos son quienes tienen la verdad y el derecho de conducir nuestros destinos.

Nos leemos más adelante …