Por Víctor Octavio García
He sido renuente hablar del posible gabinete de Víctor Castro por una sencilla y elemental razón; esta es una decisión personal y libre que le corresponderá tomar llegado el momento, está es su fiesta, su gubernatura y su cita con los sudcalifornianos, ya después que levante el brazo y proteste como gobernador del estado expresaré mi opinión libre y personal.
Seguramente escogerá los mejores perfiles de quienes lo han acompañado a lo largo de más de cuarenta años de luchas gremiales, de sacarle la lengua al sistema y de bailar “tuis” en plazas públicas, válido porque se la han jugado y se la jugaron con él, no me atrevería a citar nombres que ya son conocidos por la opinión pública en aras de entrometerme en temas que no me incumben; el ya gobernó La Paz, capital del estado, y sabe lo que significa el ejercicio del poder.
Una vez que tomé protesta y dé a conocer su programa de gobierno daré mi opinión, por lo pronto hay que dejarlo que teja a su manera, que enderezca entuertos y que se aplique en lo suyo, hablar de su posible gabinete y colaboradores es mera especulación, su estilo no es ese, mucho menos “filtrar” nombres y posiciones antes de tiempo, al menos como alcalde de La Paz nunca lo hizo.
En gran medida estamos frente a un virtual gobernador del que desconocemos todo o casi todo, un verdadero misterio con cual se toparan varios pitonisos y “analistas políticos” acostumbrados a las viejas liturgias del antiguo régimen, sabemos que es un hombre de izquierda, lo que no sabemos es qué tipo de izquierda, si de una izquierda moderada, radical, dogmático o pragmático, en lo personal me queda claro que más allá de definiciones ideológicas es una persona con la que se puede platicar, es un sudcaliforniano que conoce muy bien a los sudcalifornianos, sus sueños y desilusiones y que le gusta vivir y vive bien.
Lo que me atrevo a comentar es sobre la necesidad de hacer un nuevo pacto social, un nuevo trato –new deal– que refleje no solo la nueva correlación de fuerzas políticas en el estado sino el mosaico de expresiones que existen en BCS, ya no somos un estado monolítico de 230 mil habitantes que gobernó Ángel César Mendoza Arámburo de 1975 a 1981, sino un estado con cerca de 800 mil habitantes con muy diferentes identidades y orígenes, de ahí la necesidad de trabajar la unidad y la reconciliación entre los sudcalifornianos como parte del éxito del nuevo gobierno, por lo pronto no hay que comer ansias. ¡Échense ese trompo a la uña!.
Para cualquier comentario, duda o aclaración, diríjase a victoroctaviobcs@hotmail.com