Por Víctor Octavio García
A Blanca Pedrín la conozco y la he tratado apenas un par de veces, tiempo suficiente para despertar en mí empatías en su lucha contra los abusos y la voracidad; conocí y traté a su papá (Juan Padrín), un hombre sin dobleces de quien guardo indelebles recuerdos: Blanca, en buena hora retomó las viejas luchas que emprendieron Mauricio Castro –cuestionado con o sin razón histórica– Ildefonso Green, Pablo L. Martínez y Braulio Maldonado por la justicia, por nuestra identidad y pertenencia.
Guste o no, desde hace años se ha convertido en un referente en Los Cabos, un personaje incómodo para alcaldes cabeños y gobernadores, su lucha es y ha sido férrea sin pedir ni dar cuartel, decidida e implacable contra la voracidad y la corrupción, vamos, contra funcionarios corruptos y empresarios corruptores, su lucha se ha dado en medio de un páramo donde podrá haber de todo menos ciudadanía, es decir, cabeños decididos a secundarla más allá de un apapacho fingido y de un saludo forzado.
Hace unos días enfrentó la incontenible furia del “monstruo” en que se han convertido los “socios” de la “Asociación de Hoteles de Los Cabos” manejada por “cadeneros” –como los llamaba don Luis Bulnes– y personeros de los barones del dinero, la expulsan de la “Asociación” sin brindarle explicación mucho menos esgrimir razón alguna de tan autoritario proceder, decisión que lejos de atolondrarla les pegó justamente en el dedo gordo del pie a los representantes de los “hoteleros”; a los “hoteleros” no les gustó que haya exhibido sus atropellos y agandalles en el desarrollo Costa Palmas en La Ribera, y sin más la echan de la “Asociación de Hoteles”. ¡Quihúbole!.
Así se las gastan en la “Asociación de Hoteles de Los Cabos”, una auténtica cofradía que opera, verbigracia, como la conexión de Palermo; desde luego que la reacción iracunda de los “Hoteleros” agrupados en la “Asociación de Hoteles de Los Cabos” que actúa criminal y arbitrariamente se ensanchó días antes, justo cuando la conocida activista logró ¡por fin! que derivaran un muro construido en Costa Baja, muro cuya autorización de construcción era tan ilegal como sospechoso, les pegó pues en la línea de flotación.
Hoy por hoy Blanca Pedrín Torres es el último bastión de la resistencia que en 1734 encabezó el indio Chicori contra los misioneros abusivos; la última voz que se alza en contra de los atropellos y agandalles que se producen en un destino chato y cuadrado como Los Cabos, donde el poder devastador del dinero ha hecho lo que les ha venido en gana; en lo personal celebro que la reconocida activista no haya flaqueado en su lucha y que no va flaquear, es una mujer decidida, de compromisos y de una sola pieza, sin dobles como su progenitor, celebro también que su lucha rinda frutos en medio de una sociedad pasiva, acomodaticia y conformista que ha perdido su entusiasmo y coraje en aras de una ciudadanía despojada, marchita y pusilánime. ¡Qué tal!.
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