Por Arturo Rubio Ruíz
Es imposible establecer una política de seguridad pública efectiva, en la que no se priorice la prevención como presupuesto esencial de todo ejercicio de combate al delito.
Siendo una premisa elemental, -a la fecha-, la actual administración estatal ha demostrado ser incapaz de entender la imperiosa necesidad que se tiene en la entidad, de abatir los niveles de violencia y de inseguridad, y pese al enorme gasto que se realiza, -mientras se siga ignorando la prevención-, toda erogación seguirá condenada a engrosar la abultada cauda de gastos inútiles que día a día se realizan en el fallido programa de seguridad pública estatal.
Es imperativo atender a la ciudadanía, -primer agente de detección- cuya participación en materia de prevención es toral.
A oídos sordos, resultados nulos.
Es irónico que se publicitan como un gobierno cercano a la gente, cuando han resultado incapaces de atender los reclamos más elementales en materia de seguridad pública, que día a día formula la ciudadanía.
Como botón de muestra abordaremos el tema de la inseguridad en Guerrero Negro, donde a pesar de los señalamientos reiterados de los vecinos afectados, la operación irregular de centros de consumo de bebidas alcohólicas, que operan arbitrariamente, sin respetar ordenamientos de funcionamiento ni horarios de operación, parece inevitable
Este tipo de establecimientos que laboran al margen de la ley, con plena complacencia del delegado municipal, son el principal foco de generación y detonante de violencia urbana, inseguridad. insalubridad, contaminación visual, auditiva, y se constituyen en verdaderas incubadoras de delitos de índole patrimonial, que estadísticamente hablando, son los que más resienten los habitantes de la zona.
Si la mesa de seguridad pública realizara un elemental estudio comparativo entre el horario de incidencia delictiva y los horarios en que operan ilegalmente los tugurios en Guerrero Negro, si oyeran a los vecinos de la zona, si analizaran la estadística criminal georeferenciada, podrían constatar la imperiosa necesidad que tenemos no solo en Guerrero Negro sino en todo el Estado, de controlar de manera rigurosa la venta de alcohol fuera de los horarios legalmente establecidos, y si realizaran operativos de sobrevigilancia que incluyeran la revisión de identidad y antecedentes de todas las personas que fuera del horario legal acuden a ese tipo de establecimientos, a consumir bebidas embriagantes, combinadas en muchos de los casos, con el consumo de sustancias de abuso, legalmente proscritas, los índices de incidencia delictiva se reducirían positivamente, pero todo indica que no existe voluntad política para hacerlo.
No entendemos la inacción oficial en este campo no es mucho pedir, no es costoso ni técnica ni tecnológicamente complicado atender el reclamo vecinal: control estricto a los tugurios en su funcionamiento, horario y tipo de actividades que se permiten, tanto al interior de dichos centros de consumo de alcohol como de sus inmediaciones.
Solo se necesita voluntad política y verdadera determinación en la cruzada contra la criminalidad.
Nos gustaría ver que se gastara menos numerario en campañitas simplonas e ineficaces como esa de “párale a la violencia”, y se llevará a cabo actividades de supervisión continuas, permanentes, sistematizadas a los locales de venta de alcohol en horario nocturno, sobre todo los que operan prácticamente toda la noche, con la plena complacencia del delegado municipal que incluso anda en campaña permanente entre los vecinos, para convencerlos de que no se quejen de los desmanes, escándalos y desaseos que se generan en torno a las piqueras nocturnas, en particular un establecimiento denominado “LAS MICHELADAS” ubicado en la colonia Marcelo Rubio Ruiz, que al decir de los reporteros que cubren la nota policiaca en dicha demarcación, es un claro ejemplo de violaciones a todas las normas de seguridad, salubridad y convivencia vecinal aplicables.
Si realmente queremos abatir la criminalidad, debemos priorizar la prevención, y debemos empezar por oír a los vecinos, abatir los focos de incidencia delictiva y meter en orden los tugurios.
Empecemos con Guerrero Negro, y de ahí a todo el Estado. Porque si no pueden controlar una comunidad de 15 mil habitantes, dudo mucho que lo logren en el resto de la Entidad.
Escuchen a los vecinos y metan orden. No es mucho pedir y será un gran principio.