Por Víctor Octavio García
En memoria de mi amado hermano, Osvaldo García Castro y de mi recordado amigo “Pilatos” Orozco; descansen en paz.
“Pilatos” Orozco QEPD, viejo pescador de Todos Santos, lo conocí allá por el 2001 cuando anduve de “guatero”, por medio de él le compraba filetes de pescado y colas de langostas a sus hijos, también pescadores “parajeados” en “el Palmar de abajo”, productos que comercializaba en hoteles de Los Cabos, muy buen amigo –nunca supe cómo se llamaba aunque me imagino que Pilar Orozco–, la amistad trascendió de suerte que todos los años me invitaba a los mangos a Todos Santos, por su edad ya no pescaba sino que cuidaba una huerta en Todos Santos, recuerdo que lo tuteaba como “narcocaguamero”, seguido le compraba caguama para consumo personal; un día en vísperas de Semana Santa le dije, “Pilatos, júntame toda la caguama que puedas, yo te la voy a comprar”, un hermano mío estaba sin chamba y lo financiaría comprándole producto para que lo revendiera y se hiciera de unos centavos mientras agarraba trabajo.
A los tres días me habló el ”Pilatos”, “oyes cuando vas a venir, estoy “enconchado” y no tengo donde enhielarla”, me dijo, al mediodía te caigo, ve beneficiándola, le respondí; tenía un automóvil Ford LTD 1974, enterito, de dos puertas que recién había comprado, lo utilizaba para “maleconear” y en ocasiones para la “guateada”, mis chamacos le decían el “lanchón”, en la cajuela cabían perfectamente tres o cuatro hieleras con cincuenta kilos de producto cada una y en el asiento trasero dos hieleras más, así que podría mover con facilidad entre doscientos cincuenta y trescientos kilos de cola de langosta o filetes de pescado, seguido iba al “coyote” y a la “punta del mechudo” a recoger producto, como era automóvil nadie me revisaba.
Le hablé a mi hermano –Osvaldo García QEPD– alístate, al mediodía vamos a ir pa’ Todos Santos a recoger una caguama con el “Pilatos”, te la voy a financiar para que te hagas de unos centavos, le dije, “y porqué a mediodía y no ahorita, me respondió”, porque al mediodía es cuando hace mucho sol y no hay vigilancia, le respondí, ¡ahhhh! me contestó, hecho y dicho, al mediodía pase por él y ¡fierros” con el “Pilatos”, no tardamos en llegar y subir el “producto” en tres hieleras grandes, eran poco más de 300 kilos que pague al cash, chivo brincado chivo pagado, poco más de diez mil pesos; le dije a mi hermano te la dejaré en el mismo precio para que te ayudes, eso sí me pagas ya que la vendas, de inmediato agarramos carretera con un sol de los mil demonios, el “lanchón” solo se columpiaba en los vados, en una recta se me emparejó un Jetta y le metí al acelerador hasta que lo deje atrás, el “lanchón” desarrollaba fácilmente 120 millas sin problema, ¡ah! pero pa’ sorpresas, cuando agarramos la recta que pasa enfrente del “Carrizal” nos topamos con un “retén” con policías federales, estatales, ministeriales, municipales, marinos y soldados y sin poder esquivarlo con el carro cargado con más de trescientos kilos de producto ilegal, cuando veo que no tengo salida ni márgenes de maniobra me encomiendo a Dios y le digo a mi hermano, obra de Dios, feliz o desgraciado, al entrar al “retén” estaba Armenta, un policía de la federal de caminos que había conocido y hecho amistad en una “parajeada” en la “tinaja de la vaca”, así que al verme me saluda, cruzamos un par de palabras y me abre camino. ¡La libramos!.
Ya que salvamos el “retén” le digo a mi hermano, “vende en 60 pesos el kilo, a mí solo me pagas lo que invertí”, ok me contestó, ese mismo día en la tarde me buscó para que le prestará una balanza que aún conservo de mi época de “guatero” para “kilear” la caguama, le presté la “robadora” (balanza) sin saber que estaba vendiendo el kilo en 90 pesos, él a diferencia mía, soñaba con hacerse rico, a duras penas vendió la caguama en el precio que le sugerí –en ese entonces había mucha oferta de caguama–, pasan los días y nada, hasta que voy a buscarlo, batallé como no tienen idea para recuperar los poco más de diez mil pesos que había invertido y batallé más para recuperar la “robadora” (balanza) peleándonos al final.
Días después le platique al “Pilatos” la odisea que corrí y soltó la risa, “a mí me fue “pior” me dice, no me digas que “cintareó” tu vieja le digo, “no, cállate, por poco me mata un venado, venía del “palmar de abajo” al puro mediodía cuando de pronto vi un venado dormido en el tronco de un cardón, como no traía mecates ni cuchillos se le encaramé en el pescuezo, el venado se levantó y corrió despavorido y yo colgado en el pescuezo”, me enseña los aruñones que traía en los brazos, pescuezo y en la espalda con los palos tras la estampida, lo seguí visitando un tiempo más hasta que lo perdí del radar, después me enteré que había muerto; buen amigo, entablamos muy buena amistad en el poco tiempo que tratamos, buen hombre y mejor amigo, Osvaldo, mi hermano, murió el 20 de enero de 2021 de Covid, su muerte no la he superado, mucho me acuerdo de él, un hermano a quien quise mucho, sirvan pues este par de líneas como un homenaje póstumo a mi amigo “Pilatos”, el “narcocaguamero” y a mi hermano Osvaldo, y abrazos hasta el cielo, que descansen en paz. ¡Échense ese trompo a la uña!.
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