Por Víctor Octavio García
Un día, no hace mucho, le pregunte a un connotado morenista de los que hoy ostentan el poder, “oyes, porque no me quieren”, se me quedo viendo fijamente a los ojos y me contesto, “es que eres priísta”, estigma que he cargado a cuestas desde hace más de veinte años y que ahora mis hijos cargan esa pesada carga y están pagando las consecuencias, otra estigma por la que he sido sujeto y objeto de desprecio e indiferencia es por ser sudcaliforniano, 20 años aguantando vara y sufriendo en silencio, veinte años de ser excluido de cualquier oportunidad por ser lo que creen que soy. ¡Válgame Dios!.
Esto viene a cuento por Christian, mi hijo, por el que toqué infinidad de puertas para que le dieran una oportunidad en el IMSS donde tiene años trabajando y nomás no, choque contra pared, ante tanta negación y ninguneo concursó una plaza y ganó a cambio de tener que dejar su tierra para probar suerte en otras tierras (Guadalajara), ayer que recibí la noticia que había concursado obteniendo un importante ascenso me llené de alegría.
No se vale, créanme que estoy harto de tanta maledicencia; la tierra en la que nací no era así, la política desquicio todo, ahora estamos peor, sí no eres seguidor de López Obrador se te cierran las puertas y no hay mañana, increíble que tomen represalias hasta con los hijos, por mi parte hice el firme propósito de no darle explicaciones a nadie conformándome con rumiar en silencio mi desdicha, Christian ni siquiera milita en partido político alguno al igual que yo pero la estigma es cabrona, y más cabrona son las malas vibras.
Por tal estigma he perdido amigo, amigos que nunca fueron mis amigos, otros que han tomado distancia y los menos que me mastican pero no me tragan, lo que me duele es que mis hijos a los que han perseguido, golpeado, acosado y ninguneado paguen justos por pecadores, si bien yo ya voy de bajada –situación de la que estoy consciente y preparado– jamás me he resignado a dejar de pelear por un mejor mañana, así tope con lo que tope.
Siempre he abrigado la esperanza con que volvamos a ser el estado en el que me crie donde todos éramos una sola familia, una gran familia, hoy hasta la identidad y el paisanaje hemos perdido todo por la maldita política y los malditos partidos políticos, ojala mis hijos y mis nietos algún día entiendan, valoren y diferencien sobre todo la política y los partidos políticos que construyen de aquellos que destruyen y dividen, que reflexionen que BCS no era lo que hoy es, que la vida es un ir y venir, de ganar y perder, de reír y llorar, pero nunca, nunca de claudicar ni renunciar a un mejor mañana. ¡Viva BCS!. ¡Viva BCS! ¡Viva BCS!
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