BALCONEANDO / CARTA DE NAVIDAD

Por Alejandro Barañano

 

Han llegado los tiempos decembrinos y por ello es que se respira ya un aire navideño. La época de abrazos, buenos deseos, fiestas y jolgorios; la Navidad que hace renacer la esperanza en todos los sentidos, tanto en lo familiar, lo deportivo y hasta en lo político.

Sin duda, en general tenemos el deseo de que el próximo año sea mejor que el que concluye. Y lo digo porque a pesar de que ya pasó poco más de un año de iniciado el actual gobierno estatal, hay quienes tienen todavía tienen la esperanza de palpar una mejora económica; algo así como la esperanza de vivir como en Suiza en lo político –como diría “el mentiritas” de Rubén Gregorio Muñoz Álvarez–  o como campeón del mundo en lo deportivo, o tal vez como como las estrellas que seguro no vendrán al Carnaval del 2023 en lo artístico.

Aunque haya por ahí quien diga que Santa Claus no existe, tal parece que los programas populistas de apoyo hacen las veces de ese personaje pero de una manera temporal, pues solo son un mero paliativo ante las necesidades existentes, y para acabar con eso se requiere de una gobernanza donde la autoridad oriente hacia dónde vamos en términos económicos y sociales, pero sin olvidar el apoyo del capital privado para que juntos –empresarios y gobierno– hagan funcionar la maquinaria económica como sucede en otros lugares del país.

Y es que si nos quedamos esperando la llegada de un personaje como lo es Santa Claus para que nos solucione todos nuestros problemas, entonces estamos fritos. Tenemos que ser parte del trineo que lleve la superación en todos los aspectos. No podemos sentarnos simplemente a esperar los regalos, mejor debemos forzarnos a que los milagros ocurran aunque eso es mucho pedir con la clase de autoridades que tenemos.

Es verdad que estamos polarizados entre “chairos” y “fifís”, tal y como lo están los Estados Unidos entre republicanos y demócratas, o como los ingleses entre laboristas y conservadores, o porque no, como lo está la afición futbolera con el América y las Chivas.

Es verdad que existe polarización, sin duda alguna, pero no debemos fomentarla, mejor debemos buscar el equilibrio político y económico que no nos va a dar ningún Santa Claus de manera milagrosa si no actuamos.

Luego entonces, quizá escribiré mi carta al viejito de traje rojo y le pediré que se acabe de una vez por todas las votaciones por “cargada” o por “línea” que tranzan los líderes políticos sobre la voluntad individual de algunos diputados, y que los cambios que haga el gobierno –en este caso el de la dichosa transformación sudcaliforniana– surtan efecto con los resultados deseados.

En mi carta a Santa Claus pediré también que se acabe la corrupción, aunque se necesita ser muy ingenuo para pensar que ésta se extinguirá como sucedió con los dinosaurios que mató al caer supuestamente un meteorito en la zona de Chicxulub.

Muchos vivimos aun siendo niños la época de Luis Echeverría, de López Portillo y de Salinas de Gortari, en donde la inflación era casi imparable; pero ahora vivimos ya como adultos la época de Andrés Manuel López Obrador con las consecuencias conocidas por todos. No hay mucho cambio, al final todos han sido parte de lo mismo.

No trato de decir que estemos en el Edén, o que me venga el saco con la tan trillada frase “de que antes robaban más”. No, claro que no. Por eso mejor esperaré a ver si ahora Santa Claus sí cumple mis deseos, por eso voy a hacer la carta antes comentada pues todavía tengo esperanza y como dice el dicho, eso “es lo último que muere”.

No me queda más que desearles unas Felices Fiestas a todos; y recuerden que no hay mejor adorno de Navidad que las sonrisas de los que amamos. ¡Disfrútalos!

Nos volveremos a leer a inicios el 2023 si Dios lo permite; y den por seguro que seguiremos BALCONEANDO. . .