Por José Luis Puga Lizardi
Pirotecnia Política: Nada es tan fuerte y seguro en una emergencia de la vida como la simple verdad. (Charles Dickens)
Desde el mes de marzo de 2020, cuando las autoridades decidieron que el confinamiento era la mejor alternativa para evitar la propagación del SARS-CoV-2 (Covid-19) en Baja California Sur; en una primera instancia fue la medida preventiva más efectiva, teniendo como consecuencia lógica el colapso de la economía sudcaliforniana, dependiente en más de un 70 por ciento de la actividad turística y dañando de forma colateral a las actividades primarias como la pesca, ganadería y agricultura, principalmente.
A un año de haber regresado a la “nueva normalidad” con altas y bajas en todos los sentidos, hoy los sudcalifornianos en lo particular nos encontramos en la disyuntiva de paralizar toda actividad económica, regresar a la devastadora cuarentena por la irresponsabilidad de todos y ante el tercer brote de contagios por COVID-19 que amenaza con “derrumbar” el sistema de salud en Baja California Sur, ante las elevadas y alarmantes cifras de infecciones registradas.
En esta situación la condición de Baja California Sur, necesariamente no es por las atinadas o erradas medidas sanitarias dictadas al respecto por el Gobierno, derivado de la cantidad de contagios y el número de espacios disponibles en hospitales para la atención de enfermos por COVID, es en gran medida por la irresponsabilidad ciudadana que sin necesidad alguna –literalmente- arriesgan su vida realizando actividades no esenciales, políticas y sociales –por ejemplo- y no precisamente basadas en una urgente necesidad económica que es el principal pretexto –si así se quiere ver- que tenemos todos para no quedarnos en casa.
Quienes generan progreso en Baja California Sur, aún no se reponen del daño económico sufrido por casi tres meses de parálisis, ya que para reiniciar actividades tuvieron que someterse a esquemas de financiamiento que muchos de ellos continúan sin poder cubrir en su totalidad; si se llegan a tomas medidas de “parar” actividades mercantiles y productivas por las altas tasas de contagios por Covid-19 y sus variantes más lesivas, será el quebranto de muchas empresas que provocará desempleo y al final de esta cadena, el daño nuevamente lo sufriríamos todos.
Pero para evitar la condición sanitaria en la que está inmersa nuestra Entidad, muy pocos con responsabilidad hicieron caso a las medidas preventivas decretadas; hoy por ejemplo, el aforo permitido para lugares públicos con actividad económica es del 30% y hasta las autoridades gubernamentales presumen -por ejemplo- que en Los Cabos, principal destino turístico de Baja California Sur, la ocupan hotelera es del 70 por ciento en promedio ¿así cómo?
Pareciera que hay quien pone las reglas y quién las condiciones; en medio de esta circunstancia de alerta sanitaria con elevados contagios y un número creciente de muertes, no debe haber margen para especulaciones y deben de tomarse medidas que por drásticas que parezcan, eviten la defunción de más personas dejando en segundo plano las afectaciones económicas que se provocarían por una parálisis en este sentido.
Bajo la circunstancia sanitaria y económica actual, seguiremos perdiendo todos. Lo económico se recupera a corto, mediano y largo plazo; las vidas humanas no. ¿Qué decisiones se tomarán? ¿Qué consecuencias provocarían? … Ya veremos.
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