Por Luis Miguel Aragón
Cinco con cuatro minutos de la tarde y llegamos al Auditorio Las Palmas de Cabo San Lucas. En las bocinas se escuchaba, “nos avisan que Marcelo Ebrard ya está llegando”.
A diferencia del evento de Adán Augusto en ese mismo lugar, esta vez nada obstruye la entrada ni salida del auditorio. No hay vallas, no hay personal de seguridad haciéndola de cadeneros, decidiendo quién entra y quién no, tampoco está dividida la cancha con barras de metal.
Habían pasado 10 minutos de la primera llamada y ya destacaban entre los presentes cuatro o cinco pirrurris muy fifis que forman parte del equipo cercano a Marcelo Ebrard, quienes se movían dando órdenes de lo que se tenía que hacer.
La Prensa era la única que si estaba en un corral. Aun así, a los del Staff se le ocurrió formar una valla compuesta por hombres para que el excanciller tuviera acceso libre al recinto y no se acercaran a entrevistarlo a su llegada. Uno del sttaf me escuchó cuando le dije a mi compañero periodista, ¿sabes que están pensando hacer estos genios?, me volteó a ver y respondió: “la valla es para la salida de Marcelo, pues tiene poco tiempo para tomar el vuelo de regreso”.
Para esa hora las 900 sillas que habían colocado al centro de la cancha estaban ocupadas solo el 70 por ciento, sin embargo, había gente parada afuera del auditorio. Mientras ambienta una cumbia con la letra de “Marcelo Sí Sí”, toma una persona el micrófono intentando motivar a los presentes con un tono de Cesar Lozano y dice “que Marcelo Ebrard, viene de muy buen ánimo, que ha que mantenerlo así”. Insiste a la gente de a pie que pasen a sentarse; están preocupados porque aún no se ocupa el total de las sillas.
A las 5:30 aparece El Carnal Marcelo quién viene vestido de camisa a cuadros de colores morado y blanco, pantalón azul marino, cinto y zapatos negros.
Antes de que pueda entrar al lugar, hay empujones para la prensa por los que integran la valla.
Para esa hora ya habían cumplido pues las sillas ya estaban ocupadas al 95 por ciento.
Tocan los tambores, sube el volumen de la música y entre aplausos, saludos y abrazos el aspirante a candidato presidencial toma el micrófono y les habla a los presentes.
El mensaje es tan parecido al del resto de las corcholatas. Primero hacen referencia a algún pasaje que tuvieron con los sudcalifornianos, luego destacan desde cuando conocen al Presidente Andrés Manuel y terminan sacando la receta secreta para que México sea un país más próspero del que ya es, según sus palabras.
Mientras dos paramédicos vestidos de azul y blanco están alertas por si se llegarán a ocupar sus servicios, Ebrard presenta su libro en el que dice, encontrarán toda su vida, obra y hasta la verdad de los chismes que se han dicho de él.
Pocos son los personajes de la vida política sudcaliforniana que acompañan a Marcelo en esta visita, solo podemos ver a Roberto Valadez, Alfredo Porras, Esteban Beltrán, Antonio Avilés Rocha, Mapi Moreno y Lenin Rodríguez.
Son las 5:59 y el Carnal Marcelo termina su mensaje, no sin antes pedir que si la encuesta llama a tu puerta Ebrard es la respuesta.
Antes de abandonar el lugar la corcholata se acerca a la prensa y atiende dos o tres preguntas, luego camina protegido por la valla humana hacia la salida.
La gente abandona el recinto, mientras el ex Canciller se sube a una suburban gris para perderse entre las calles de la colonia Las Palmas.
Así culminó la visita de doctor que realizó una de las corcholatas de Morena a Los Cabos.