Por Víctor Octavio García
Habrá quienes se sorprendan con nuestra actitud que cuando llueve celebramos, hacemos fiesta y un gran escándalo, y no es para menos; desde siempre el principal problema que enfrentamos en esta sedienta tierra es la escasez de agua, de ahí que nuestros corazones se alegren cuando llueve; los paceños tienen una costumbre muy especial de “correr la lluvia”, –seguirla púes–, que forma parte de esa singular liturgia que nos da identidad y pertenencia.
Nuestros antepasados hacían lo mismo porque conocían, tal como lo valoramos hoy, el significado y la importancia de la lluvia porque trae prosperidad y bienestar, también hay a quienes no les gusta que llueva ya que porque su casa se “gotea” –llueve–, se hacen lodazales, “mojaderos” o bien sencillamente porque se les mete agua a sus casas. Recuerdo una anécdota de la que fui testigo allá a mediados de los años 70’S, Rogelio Salgado tenía una tienda en la esquina de Altamirano y Rosales donde llegaban muchos rancheros, de hecho Rogelio era ranchero y ganadero, siempre tenía queso regional, mantequilla y machaca muy buena –incluso llegó a vender leche bronca–, siempre iba a su tienda a comprar cigarros, queso o machaca, un día que llegué estaban anunciando un “ciclón” muy grande –así le decían a los “huracanes”–, estaba un ranchero platicando con Rogelio en el mostrador –en ocasiones les vendía café o comida de su casa–, y en eso llega una señora a buscar veladoras “para prendérselas a la Virgen para que no llegará el “ciclón”, mientras Rogelio le despachaba la veladora a la angustiada señora el ranchero le preguntó “sí tenía más veladoras”, sí le contesto Rogelio, “deme una caja o las que tengas para prendérselas a la Virgen para que llueva mucho, a ver si así se lavan las “verijas” las viejas cochis”, la señora que iba por la veladora salió “espichadita” de la tienda, con la cola entre las patas como los coyotes regañados.
Antes –porque hasta eso ha cambiado– la época de lluvias iba desde mediados de junio hasta principios de octubre, la gente la dividía en tres periodos; de mediados de junio y todo julio eran de “aguaceros”, agosto un mes muy calmo que no llovía, y de septiembre hasta el 4 de octubre día de San Francisco, tiempo de “ciclones” o “chubascos” que culminaban precisamente el 4 de octubre, día de san Francisco, con el famoso “cordonazo” de san Francisco, la última lluvia de la temporada.
“Correr la lluvia” va más allá, por fortuna me ha tocado ver y estar en algunos ranchos que cuando llueve y llueve bien lo celebran con una buena comida, ya sea un cocido con todo los componentes que lleva, chivo o carne asada, caldo de gallina, tamales o sopa fresca o cuando no hay más un “panguigui” de tortillas de harina con frijoles y queso según sea la condición económica, no son celebraciones y escándalos a secas, sino fiestas y comidas.
Por experiencia personal y lo que je vivido he visto que los patrones de lluvia han cambiado mucho desde hace 50 años para acá, cada vez llueve menos y los “chubascos” –“huracanes”– que son los que realmente dejan agua, llegan menos al estado y son menos frecuentes, antes entraban por los Cabos o bien por la zona de La Ribera, de ahí que en aquel tiempo se acuñó una expresión muy famosa que decían “llegó por el sur como los chubascos”, indudablemente que el cambio climático nos está pasando facturas; este año, que ha sido atípico en términos de lluvias, en algunos partes ha llovido torrencialmente mientras que amplias zonas del estado no ha caído una gota de agua, como es el caso del corredor del pacifico que va desde La Matanza hasta Guadalupe o más al norte, e igual en la zona del golfo donde existen varias zonas secas donde no les ha llovido en los últimos tres años.
Desde hace más de 50 años el mensaje es muy claro, debemos prepararnos para tiempos mucho más difíciles y complicados, lo grave es que tampoco estamos haciendo nada, en BCS no se construye ninguna obra hidráulica desde el gobierno de Marcos Covarrubias cuando que se construyeron dos nuevas represas, una en Los Cabos y otra en Comondú, siendo la única alternativa que tenemos para hacerle frente a la escasez de lluvias es la construcción de obras hidráulicas para la retención de las aguas broncas y la recarga de los acuíferos, más no las desalinizadoras que son como una aspirina para un canceroso, ojala el nuevo gobierno se aplicará en el tema y aportará su granito de arena a favor de esta sentida e inaplazable demanda. ¡Qué tal!.
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