Por Ariel Vilchis
Cuando Felipe Prado Bautista ganó la elección para alcalde de Mulegé en el año 2018 las expectativas del que sería su gobierno eran altas. Los ciudadanos le dieron su apoyo, creyeron que el oriundo del valle del Vizcaíno podía hacer las cosas diferentes y llevar al municipio con la extensión territorial más grande del país al desarrollo y crecimiento. Nada más alejado de la realidad.
Sumamente distante en atender las demandas de la comunidad, Felipe Prado se la pasó más preocupado por su enanismo político pero eso sí, bien concentrado en hacer negocios al amparo del poder como los que ya se han documentado por diversos medios de comunicación y llevados hasta la máxima tribuna del congreso del estado, donde fue señalado de entregar obras públicas sin las licitaciones correspondientes beneficiando a sus amigos, aunado a la desatención de la responsabilidad directa que tiene un ayuntamiento que es la de prestar con eficiencia los servicios públicos y dotar de agua potable a la población. De pagar a tiempo la nómina de los trabajadores del ayuntamiento mejor ni hablamos, eso jamás estuvo en las prioridades del nefasto Felipe.
Con una gestión de gobierno gris, sin ideas ni talento para afrontar los problemas del día a día, Felipe Prado pasó de noche su periodo al frente del palacio de madera solo para intentar reelegirse creyéndose sus propias mentiras. Y ya que jamás se autoevaluó en su desempeño ni analizó si sus resultados fueron satisfactorios para el pueblo mulegino, FELIPE EL NEFASTO recibió el castigo de los ciudadanos al rechazar rotundamente su intento de perpetuarse en el poder.
El resultado de la jornada electoral del pasado 6 de junio lo perseguirá el resto de su vida, un tercer lugar que huele a rechazo, a castigo, a desaprobación de una gestión de gobierno para el olvido donde la constante fue la de un pueblo con carencias que no fueron resueltas pero donde Felipe Prado se dio vida de rey.
Afortunadamente para los muleginos no hay mal que dure cien años ni PRADO que gane la reelección y a unos meses del relevo Felipe tendrá que cuadrar bien las cuentas municipales, ya que también es señalado por actos de corrupción de los que sin duda tendrá que responder. Y de eso ya daremos cuenta.
Por lo pronto Felipe Prado tendrá que cargar con la pesada loza de la derrota después de creerse el amo y señor de las tierras muleginas, después de autoproclamarse un alcalde querido y popular. Tendrá que cargar con el castigo de los ciudadanos y un tercer lugar que le recordará todos los días que para gobernar se requiere talento y ese no crece en los árboles ni se compra en ferreterías. Ya veremos qué sucede, es mi opinión, al tiempo…
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