Por Alejandro Barañano
Se cumplieron dos semanas de que se llevó a cabo la jornada electoral, y como dice los rancheros: “A toro pasado” comienza a ser más claro lo sucedido y las connotaciones que la misma nos dejó.
¿Cómo podríamos resumir la “gran elección 2021”? Sencillo, el Instituto Nacional Electoral cumplió, los ciudadanos también. Morena se reafirmó como el partido en el poder. El PAN, aun perdiendo creció, el PRI perdió y bajo, el PRD sobrevive, el PT sigue siendo satélite beneficiado; Movimiento Ciudadano se defendió solo y avanzó, el Verde Ecologista subirá de precio su “cohabitación partidista”; los otros partidos simplemente se esfumaron.
Los candidatos independientes no pintaron y el voto ciudadano se pluralizó para unos o se dividió para otros; y para cerrar con broche de oro las casas encuestadoras se resbalaron de nuevo.
Curiosamente aunque Morena ganó todo perdió millones de votos. Por ejemplo, perdió alcaldías en la Ciudad de México; pero en cambio ganó por lo menos 11 de las 15 gubernaturas. En diputaciones no alcanzó –como anhelaba– la mayoría calificada en el Congreso de la Unión, sin embargo, con sus aliados hará mayoría y ya está viendo a quien le “coquetea” para sus planes de reformas constitucionales, porque el Presidente Andrés Manuel López Obrador no quitará el dedo del renglón.
Por otro lado la llevada y traída coalición “Va por México”, esa que se integró por PAN, PRI y PRD, para enfrentar a la aplanadora de Morena y sus aliados, no rindió frutos en el caso de las gubernaturas estatales; pero sí en ayuntamientos en el país y en alcaldías de la capital del país. De esta coalición salieron ganones los del PAN, ello después de haber estado en la lona tras las derrotas del 2012 y 2018, ahora tienen más curules y ayuntamientos que les esperan.
En cambio el PRI perdió gubernaturas que tenía en su poder y obtuvo menos diputados federales; al partido tricolor le está resultando bastante difícil reponerse de su desprestigio, batalla para salir del lugar donde lo dejó la elección de 2018, o sea que la coalición le fue poco benéfica. En cambio al PRD le fue muy útil para sobrevivir del desamparo y de los cuadros que se llevó López Obrador a su Morena.
Por su parte el Partido del Trabajo sigue siendo aliado beneficiado del grupo en el poder, al que le es útil para acomodar sus piezas y sus números. El Partido Verde Ecologista en cambio resultó ser un buen “ganador”, pues las curules obtenidas le permitirán cotizar más alto su precio por “cohabitar” con otros partidos como ha sido su costumbre desde siempre.
Por otro lado Movimiento Ciudadano fue solo, se defendió y ahora tendrá dos gobiernos estatales y otras posiciones locales: Enrique Alfaro en Jalisco y Samuel García en Nuevo León.
El Instituto Nacional Electoral y la ciudadanía merecen una mención especial. El primero porque contra viento y marea, y en medio de la embestida oficial dirigida desde Los Pinos, demostró que aun con condiciones adversas, en tiempos violentos y pandémicos, es capaz de organizar elecciones que garanticen resultados confiables.
Pero también los ciudadanos merecen ser reconocidos, pues muchas veces engañados, decepcionados, acarreados, forzados, inconformes y aun sufriendo de las consecuencias de la pandemia que nos aqueja aceptaron participar: se capacitaron como funcionarios de casilla unos y otros actuaron como votantes.
Ahora solo resta que los elegidos entiendan el compromiso que tienen ante sus electores, ya no digamos de cumplir todas sus promesas, sino también hablemos de pugnar por el bienestar de sus representados y de lograr mejoras en muchos aspectos que se han visto deteriorados en los últimos gobiernos, incluido el actual; por lo que mejor quien esto escribe seguirá BALCONEANDO. . .