ABCdario/ BCS

Por Víctor Octavio García

 

De mi bisabuelo, Ildefonso García Torres, que crío a mi papá enseñándole el oficio de talabartero, conservo vagos recuerdos; él provenía de una vieja estirpe de sudcalifornianos que en tercera o cuarta generación formaron lo que doy en llamar, “nuestra comunidad de sangre”; gente de trabajo, de sacrificios y esfuerzos, que enfrentaron el desierto sacándole frutos y creando perspectivas de vida y futuro en esta árida y desolada tierra, él fue tejedor de riendas y cabestros, aunque desempeño diversos oficios -desde arriero hasta huertero- para poder sacar adelante una familia de cinco hijos de bien; cuatro mujeres y un hombre, éste último (Loreto García Cota), uno de los más grandes talabarteros que ha parido BCS.

Mi bisabuelo murió en 1963, a una edad muy avanzada, yo peinaba si acaso los cinco años de edad, BCS era otra, en el grueso de las comunidades y rancherías del entonces territorio de BCS no existía luz eléctrica ni agua potable, apenas se comenzaban a conocer -y cocinar- las tortillas de harina; en las hornillas de mi bisabuela que era de tres fogones, uno de los fogones era exclusivo para cocer maíz (nixtamal), sobre las mismas hornillas un metate donde lo molían y de ahí al comal de donde salían las tortillas directo a la mesa, muchos años después se conoció la minsa (maseca), la harina de maíz que hoy conocemos; muchas comidas que hoy comemos no se conocían, la dieta diaria era muy sencilla y elemental; se cocinaba con leña, no existía el aceite vegetal ni los ingredientes (sazón) que hoy se utilizan, se comía verdura y fruta solo cuando era la estación, las casas se “aluzaban” con faroles y lámparas de petróleo, no se conocía la cebolla blanca sino hasta muchos años después, mucho menos los cortes de carne que hoy conocemos, la carne la vendían, cuando llegaban a matar una res que era cada venida del obispo, en piezas (pulpa negra, pulpa del gusano, pecho, costillas, hígado etc.,) colgadas en cogollos de palma.

Traigo a colación estos lejanos recuerdos para recordarles que somos un estado relativamente joven; un estado que se forjó en medio de innumerables sacrificios y limitaciones; a mis 65 años de edad me siento privilegiado de ver sido testigo de los cambios que ha experimentado nuestro estado, desde el cambio de su estatuto político hasta pincelar una nueva idiosincrasia, de ahí que sin ser historiador lamento la fragilidad y endiosamiento del grueso de nuestros historiadores, no pocos escritores, algunos intelectuales y uno que otro “acomedido y oportunista”, que han sido seducidos por Carlos Lazcano con el manido cuento de las california amazónica y las mil y una noche.

Hoy se conmemoran 48 años de la promulgación de nuestra constitución política, de la creación del estatuto político que rige nuestro comportamiento y vida pública; 48 años de haber recuperado nuestros derechos políticos como estado libre y soberano integrantes del pacto federal; sin estos cambios difícilmente se podría explicar lo que hoy es Baja California Sur, un estado vigoroso, joven, de realizaciones, con sueño y porvenir, echado siempre pa’ delante; un estado que va por la cuarta alternancia política después de haber experimentado gobiernos priístas, perredistas y panistas, ora sí que como se dice en el argot popular; gobiernos de dulce, de chile y de manteca.

A 48 años de promulgada nuestra carta magna (constitución), sin duda que somos un mejor estado con mejor calidad de vida, más oportunidades, más informado, más plural, más democrático, más justo, más escuchado y atendido, quizás menos nuestro aunque más integrado a la vida nacional, al pulso de la nación; en 48 años hemos ganado y hemos perdido, hemos avanzado y hemos retrocedido, nuestra tricentenaria “comunidad de sangre” sigue acusando desdén y desprecio, olvidos y agresiones imperdonables que han permitido el avasallamiento de nuestras costumbres frente a una permanente agresión a nuestra idiosincrasia, la lucha regionalista por nuestra identidad y pertenencia está proscrita por intereses ajenos a los nuestros, en suma la traición y los desaires a ese pasado del que hoy debemos sentirnos orgullosos proviene de un constante e incesante despropósito donde los de afuera enfrentan, agreden, atacan y descalifican a los de adentro.

Podía lamentar, aunque lo cuestionó públicamente, la existencia de grupos que promueven una nueva toponimia (nombre) para el estado; quieren borrar nuestro pasado porque les estorba nuestra historia; a ellos les recuerdo que BCS no se forjó de un día para otro, lo que hoy somos no es obra del espíritu Santo, es producto de numerosas luchas y de generaciones de sudcalifornianos que hicieron posible lo imposible, imponiéndose al desierto haciendo patria en estas olvidadas tierras desde hace más de trescientos años. ¡Viva BCS! ¡Viva BCS! ¡Viva BCS!. ¡Qué tal!.

Para cualquier comentario, duda o aclaración, diríjase a victoroctavioBCS@hotmail.com