Por Víctor Octavio García
* DESALINADORA
Durante dos largos años Armida Castro estuvo esperando la llegada de un ansiado bebe que al final de su gobierno terminó naciendo en un nonato; me refiero a la cacaraqueada desalinadora de Cabo San Lucas, la máxima obra de la alcaldesa (y decir que es su máxima obra cae en el exceso, la obra inicialmente fue gestionada por su antecesor Arturo de la Rosa, razón por la cual ella se manifestó siempre en contra y la frenó hasta que no pudo sostener de pie sus celos políticos y egolatría, capricho por el cual los contribuyentes cabeños tendrán que pagar el doble por la obra de lo que inicialmente se presupuestó) obra que ella misma se encargó en detener; sí algún despistado o ingenuo sanluqueño pregunta por la desalinadora encontrara que no hay tal obra más que en el imaginario de la alcaldesa que ya se va; la “primera piedra”, los ríos de tinta que se gastaron, los interminables rollos de papel periódico y los post que se manejaron en el feis para dar cuenta de la obra icono de Armida fue solo eso; papel, tinta y post.
La verdadera y traumática “historia sobre la solapa” que está por revelarse en torno a la mayor obra de agua potable a construirse en Cabo San Lucas, entraña o esconde claroscuros que el común de los cabeños –y los mortales—ignora, del porqué la desalinadora de Cabo San Lucas termina en un cuento chino; no hay desalinadora, ni primera piedra ni nada de nada que se parezca. ¡Quihúbole!.
Y no es que la obra en sí misma sea inviable o irrealizable, simplemente fue inviable en la gestión de Armida Castro, ella misma abonó para que la empresa que ganó la licitación evitará cualquier trato con ella, dado que desde el inicio blandió sus insanas intenciones de asegurarse con los “moches” pidiendo inicialmente 30 millones de pesos, petición que no solo caló sino que sorprendió a los empresarios; los empresarios no dijeron nada y en silencio tomaron la decisión de no darle ni un peso, su estrategia era y fue jugar con la dilación; el análisis político que traían o les vendieron era que Armida estaba muy bien posicionada, que sería la candidata de Morena a la gubernatura del estado, y esperaron; Armida fue candidata a la gubernatura pero no por Morena sino por el PVEM, así que se aguantaron a los resultados de la elección del 6 de junio; Armida pierde vergonzosamente la elección obteniendo poco más de 3 mil votos de un padrón de más de 179 mil electores tan solo en Los Cabos, termina la campaña y regresa a la alcaldía, ya con el tiempo encima después de dos meses de no aplicarse en el tema de la desalinadora retoma los hilos, hace una contrapropuesta a los empresarios y en lugar de los 30 millones de pesos iniciales pide 15 millones de pesos al cash, realiza varios viajes a la ciudad de México a fin de convencer a las autoridades centrales de que ella pondría la “primera piedra”, siendo que no era cuestión de trámites ni de convencimiento sino una estrategia adoptada por los empresarios de apostarle a la dilación para no darle ni un peso, a sabiendas que solo estaría tres meses más al frente de la alcaldía; los empresarios interiorizados al fin de la realidad política con una alcaldesa derrotada, fuera de Morena, conflictuada con el nuevo gobernador del estado y con el alcalde de Los Cabos que hoy toma protesta, solo esperaron.
Cierto, hubo momentos críticos es los estires y aflojes en los que estuvo a punto de “caerse” la emblemática obra, justo cuando la alcaldesa al ver que no “sonaba la caja registradora” (los “moches”) amenazó con cancelarla, hecho que de ver ocurrido hubiese resultado peor; los empresarios hubiesen impugnado y muy probablemente la obra no se hubiese realizado, de ahí que en aras de mantenerse firmes en su decisión de no “darle ni un peso” estaban decididos a convocar a conferencia de prensa para exhibirla, al final no hubo necesidad, solo esperaron que transcurrieran tranquilamente los tres meses que le restaban en la alcaldía para ahorrarse los 15 millones de pesos que pedía en moches; como alcaldesa no garantizaba absolutamente nada, así que esperaron a que Oscar Leggs asuma el poder para proseguir con el proyecto de la desalinadora ora sí que con el viento a babor. ¡Quihúbole!.
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