ABCdario / AMBIENTALISTAS

Por Víctor Octavio García

 

En los últimos días me ha llamado la atención el sutil despliegue mediático que traen algunos grupos ambientalistas como la sociedad de historia natural “Nipajara”, cuya relanzada presencia en las redes y los medios de comunicación obedece a algún propósito inconfesable; insistirán a que el gobierno federal les restituya su reconocimiento como organismos no gubernamentales ONGS y les restablezca los apoyos millonarios que recibieron durante el gobierno de Enrique Peña Nieto a través de Sedesol –hoy Bienestar–; recursos federales que operaban bajo supuestos programas de desarrollo sustentable en el norte del municipio de La Paz, donde se metieron como la humedad promoviendo hornillas ecológicas, gracias a las hornillas ecológicas Cristy Walton, una de las mujeres más ricas del mundo se apropió de cientos de kilómetros de costas, playas, callos, bahías, ensenadas y sierras incluyendo pequeños oasis y ojos de agua desde Punta Coyote hasta Los Llanos de Kakiwui, teniendo su centro de operaciones el ejido de Tepentú, donde existen varias demandas penales por tierras que se vendieron y nunca reportaron a la asamblea.

Nipajará manejo por muchos años las políticas ambientales en BCS en concordancia de la Semarnat, tan así fue el descaro que en una ocasión, Francisco Holmos, cabeza de la sociedad de historia natural “Nipajará” y operador de Cristy Walton, se llevó durante una semana a Iván Cáceres Puig, delegado de Semarnat en BCS a la sierra de Tepentú, con el fin de que conociera los nuevos polígonos que pretendían declarar como zonas naturales protegidas y con ello facilitar la compra de tierras a Cristy Walton, pero algo pasó en el inter con la llegada de López Obrador a la presidencia de la Republica que les obstaculizó sus planes al retirarle el reconocimiento del gobierno como tales y cancelarle numerosos programas federales de donde obtenían recursos para operar a la sombra de “cuidar y proteger el medio ambiente”; lo mismo pasó con otros ONGS que se quedaron sin la jícara y sin la miel, hoy cabildean alrededor de Morena para que el gobierno federal les restituya el reconocimiento y sobre todo, les abra las llaves a los programas federales orientados supuestamente a promover “desarrollos sustentables”.

ABCdario, malqueriente de varios “ambientalistas” vestidos con piel de oveja, ha sido crítico porque conoce su “modus operandi”, obviamente no he dejado de ser blanco de sus dardos y flechas envenenadas, tema que desde luego no nos espanta el sueño, nos preocupa sí que con el tráfico de tierras se siga desmantelando este pobre estado al amparo de “cuidar y proteger el medio ambiente”; allí están ya de regreso Luis Cano y Luis Armando Díaz para violentar leyes ambientales e invadir tierras ejidales.

Los ONGS han dejado muy mala impresión en BCS, trátese de quien se trate; hace un par de años denunciamos un ONGS que operaba en Loreto que poseía varios permisos para extraer almejas chocolatas, fue tal su ambición por querer controlar arbitrariamente la explotación del molusco que ellos mismos se pegaron un tiro el pie, al exigir a través de la delegación federal de pesca que la extracción se hiciera con snooker -a pulmón- y no con comprensores; la razón que los movía para imponer tan rígidas reglas era que poseían el 90% de los permisos para extraer almejas; hubo una fuerte presión mediática y periodística hasta que la delegación de pesca -siempre al servicio de las mafias-, dejó sin efecto las “nuevas medidas”.

En tres años han guardado sepulcral silencio ante el terrible hecho de que el gobierno federal no tiene políticas ambientales, tres años a la deriva en el manejo y cuidado del medio ambiente y los ONGS sin decir ni una palabra, antes con el solo hecho de tumbar un cardón pegaban el gripo en el cielo, ahora las termoeléctricas que tanto criticaron en el pasado siguen quemando combustóleo y nadie dice nada, eso sí hacen marchas protestando por los cruceros fondeados en la bahía de La Paz, qué cosas se ven.

No quiero extenderme más en el tema, simplemente marcar un referente alrededor del sospechoso silencio que guardan los grupos ambientalistas, silencio que desde luego tiene su precio y valor de canje, tiempo al tiempo. ¡Échense ese trompo a la uña!

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