Por Víctor Octavio García
Hace dos o tres día, un encuentro circunstancial y sin motivación alguna al hecho mismo de reunirse para “tomarse un café” dio de que hablar; Rigoberto Arce y Narciso Agúndez; la foto es por demás elocuente, se ven sonrientes, empáticos y contentos y no es para menos, la relación entre ambos siempre ha sido buena, coincidente en proyectos políticos más no aliados.
Cuando vi la foto que circuló prolíficamente en las redes me pareció normal, dos amigos reunidos en torno a una taza de café sí, pero no todos pensamos igual, algunos le dieron connotaciones similares –valga la comparación– a los armisticios de la guerra del Peleponeso; aquí no hubo guerra sino definiciones distintas y en esas definiciones distintas a Rigoberto Arce le tocara decidir por otros senderos.
Desconozco el tema de sobremesa no así la intencionalidad del encuentro, reunirse para re afianzar una vieja amistad, gestos que en política adquieren diversas tonalidades; cuando vi la foto en las redes pensé reproducirla para subirla a mi muro del feis con el sugestivo balazo ¡Dompe!, pero espere las reacciones que desataría como finalmente ocurrió, “operación cicatriz” dijeron algunos y los menos auguraron “puentes de plata”.
Rigoberto Arce es y ha sido pieza clave en la administración de Armida Castro, una de las designaciones más acertadas de la aún alcaldesa de Los Cabos; servidor público probó, capaz, serio, de palabra, honesto, con experiencia y sin dobleces, que ha conducido las finanzas municipales sin sobresaltos ni cuestionamientos; en su momento buscó la candidatura morenista a la alcaldía cabeña, las circunstancias no se dieron o los astros se alinearon alrededor de otra galaxia y Rigoberto quedo en estand by, sabedor que la paciencia y la prudencia son dones de los hombres sabios.
De su interlocutor –Narciso Agundez– que podemos decir que no se haya dicho salvo el añadido que es muy cercano al gobernador Víctor Castro, cercanía que despierta intereses y enciende pasiones de poder; hoy el ex gobernador Agúndez está situado en el centro de las tormentas políticas y mediáticas por su rol como asesor en el gabinetazo de Víctor Castro, y no es para menos, de allí que le cuelguen sambenitos y le carguen atribuciones que en la vida pagana suelen ser adjetivaciones sin sustento. ¡Qué tal!
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