DOS PALABRAS / EL ELEFANTE BLANCO

Por Flavio Díaz Mirón

 

Habiendo leído ambos programas de gobierno de Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, en específico los apartados relacionados con la planificación urbana, me quedé con un amargo sabor de boca. Debido a dos cosas: uno, la brevedad o escasa mención del tema de ciudades; y dos, las desalineadas propuestas (bastante parecidas ambas) con que suponen que solucionarían los temas de vivienda y movilidad.

En general, de lo poco que se puede destilar de ambos programas de gobierno, se deduce que ambas candidatas tienen una visión muy corta para el tema de ciudades. Quizá, no sea de sorprender, sin embargo, no cuentan con una definición holística para el crecimiento urbano. Esto representa un elefante blanco en sus programas y es un error garrafal, tanto para entender el urbanismo como disciplina sui generis, como para llevar a cabo las necesarias intervenciones o correcciones en la materia.

Como he mencionado, ambos equipos, Claudistas y Galvistas, no conciben a la ciudad como se debería, es decir, de manera holística, debido a que creen que es suficiente que implementando por separado “soluciones”, por ejemplo, subsidios a la vivienda, o, electrificación del parque vehicular, ya vayan a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. De seguir con esta visión parcial, los mexicanos no podrán vivir en ciudades verdaderas sino en suburbios.

Según el padre del nuevo urbanismo, Léon Krier, las ciudades son por naturaleza una mezcla de lo público (‘res publica’ o cosa pública), es decir, monumentos y edificios públicos sin calles y plazas, con lo económico (‘res economica’ o cosa económica), es decir, calles, edificios y plazas sin monumentos y edificios públicos; ambas en su conjunto forman lo cívico (civitas), es decir, la ciudad verdadera. Aunado a esto, las ciudades se componen de la mezcla espacial de diferentes funciones o usos de suelo (residenciales, comerciales, gubernamentales, esparcimiento, etc.), y entre más mezclados son los usos de suelo en la fábrica urbana, los habitantes tienden a desarrollarse más.

Lo anterior, se puede comprobar por distintas razones, por ejemplo, una mezcla de diferentes usos de suelo en un espacio urbano determinado permite a sus habitantes desarrollarse en sus diferentes áreas de la vida en una cómoda y funcional proximidad; como hacer compras, ir a la escuela, visitar la clínica, trabajar en la oficina, pagar impuestos en edificios gubernamentales, pasear en un parque, cenar al restaurante con su pareja, etc. En cierto sentido, la configuración urbana de usos mixtos, observa Léon Krier, es por definición democrática, dado que permite al individuo ser más autónomo, ofreciéndole más opciones de variedad y cercanía.

Empero, ambos programas electorales denotan una visión antidemocrática e inclusive fascista. Debido a que los dos conciben a la ciudad como un espacio indefinido de usos o funciones separados; se decide construir áreas enteras reservadas únicamente para viviendas, asimismo, se decide colocar centros de trabajo en áreas específicas o ‘cercanas’ a las viviendas; y se pretende instaurar (de forma muy cuestionable y nada transparente) una movilidad vehicular electrificada. Cuando la decisión de acomodar estas funciones de suelo no proviene del electorado, es decir, de las decisiones económicas de seres humanos libres, o el libre mercado, sino de un puño de burócratas y funcionarios, los cuales ejercen su poder sobre un territorio jugando con los destinos de millones de mexicanos. Si esto no es fascista, claramente es oligárquico, porque pone el destino de los muchos en las manos de los pocos y a la fuerza.

Lo anterior se puede comprobar también por la vía empírica-experiencial, si uno visita los centros históricos de nuestras ciudades. Allí, se puede observar la variedad de usos de suelo y la facilidad con que uno se puede mover de un lugar a otro gracias a la cercanía y variedad. A una cuadra del zócalo, vemos tiendas, oficinas, casas, iglesias, plazas y parques, conviviendo en una mezcla aparentemente caótica pero realmente funcional. Pero en su caso contrario, en las zonas urbanas más nuevas, que fueron construidas no de manera holística, es decir, con una perspectiva meramente funcional o funcionalista, se puede observar que las personas carecen de libertad hasta para moverse, debido a que viven en lugares apartados donde no hay cosas que hacer – no hay usos de suelo mixtos– generando una costosa dependencia en medios transporte e infraestructura, y que al mismo tiempo promueve estilos de vida sedentaria y obesogénica.

Es importante que los expertos en urbanismo en México, junto con los organismos públicos de planeación (que tendrán más poder en el futuro) actualicen su modelo de planificación urbana optando por formas de crecimiento dirigidas a fomentar el florecimiento humano, esto es, desarrollarse con usos de suelo mixtos en proximidad.

Por tal motivo, es preciso reconocer que nuestro modelo de planificación urbana no ha funcionado y que, de no cambiar, seguiremos creando una sociedad más inequitativa e insegura. Porque con mayor construcción funcionalista, los lugares de alta calidad urbana, de por sí ya son pocos, se apreciarán cada vez más, y se seguirán expulsando a las periferias a los connacionales de ingresos medios y bajos.

México se merece más.

Flavio Díaz Mirón Rodríguez

Presidente INTBAU MÉXICO

diazmiron.flavio@gmail.com