DOS PALABRAS / LA CRÍTICA AUSENTE

Por Flavio Díaz Mirón

 

En toda conversación se necesitan al menos dos voces. Dos mentes que hablando intercambien ideas, se entiendan, pregunten, aclaren, definan, y establezcan un campo común para que exista un entendimiento mutuo y, ergo, progreso. En esta cadena de procesos conversacionales donde la razón o el raciocinio es indispensable, cabe también la crítica. De hecho, la crítica más sus primas como la duda, el discernimiento, la comparación, la discriminación, y el juicio, me atrevo a decir que son también indispensables para llevar a cabo una conversación sobre algo interesante o que pretende ser interesante.

Pero parece que la clase crítica o intelectual que alguna vez se distinguía por argumentar y contraargumentar lo que sea que se producía de antaño, hoy esa clase crítica está ausente. Más bien, esa clase de grupos es acrítica y tiene de crítica sólo el nombre. Tanto en México como en el mundo, la retroalimentación argumentativa está casi absuelta. Los artistas, productores, creadores, y patrocinadores se adulan a ellos mismos, mientras que el público o la audiencia letrada, informada, ávida de cultura y conocimiento, hoy no está en la vanguardia, es decir, el público que es culto y capaz de emitir un juicio en razón a una comparación crítica, a un discernimiento objetivo, a un apego a la verdad y a la virtud, hoy esa audiencia culta está en la retaguardia.

En esto estoy en absoluto acuerdo con aquella crítica que hizo hace algunos años la autora americana Fran Lebowitz, quien haciendo remembranza de la generación de artistas que murieron por la pandemia del SIDA en los ochenta, Lebowitz comentó que mucho se dijo sobre la generación perdida de artistas pero que poco o nada se dijo acerca de la audiencia que también pereció por el SIDA. En otras palabras, el efecto que causó el SIDA en la cultura, según Lebowitz, no sólo se sintió por la pérdida de artistas sino por la pérdida de una generación entera de audiencias con un alto nivel de conocimiento y con una grande capacidad de discernimiento que mejoraba la cultura en general. La autora neoyorkina enfatizó que en la cultura una audiencia culta es exactamente igual de importante que los artistas; que, en ese entonces, la audiencia con sed de conocimientos mejoraba la cultura, sin embargo, eso se perdió.

Lo que empeora el asunto, continúa Lebowitz, es que esa pandemia generó un vacío que permitió que la gente de segunda, tercera o cuarta categoría –los artistas y la audiencia de retaguardia– ocupara el frente en el campo cultural sin saber siquiera criticar bien. Esto resultó en la decadencia de la cultura americana, según Lebowitz.

En cuanto a sus demás opiniones políticas, estoy en completo desacuerdo con Lebowitz, hasta puedo afirmar que encuentro en sus comentarios políticos rasgos verdaderamente deleznables. No obstante, la juzgo por lo que es, sumamente inteligente, locuaz, interesante, carismática y crítica –lástima que no haya estudiado ciencia política.

Otra mujer contemporánea a nosotros que creo que opinaría como Fran Lebowitz sería Avelina Lésper, prominente crítica mexicana, estudiada en Polonia y reconocida polemista por, básicamente, emitir su informada opinión. Desde hace años, la mera mención de su nombre genera discordia para los artistas y estudiantes de video, instalación y performance. En múltiples entrevistas, algunas en canales tradicionales de televisión, se le ha agredido por externalizar su crítica y, a veces, descontento con ciertas obras de arte, que ella comenta que a pesar de que estén en museos o que tengan precio y curaduría, no son arte.

En varias de estas entrevistas que se pueden encontrar usando YouTube se ve a Avelina defendiéndose, argumentando que la labor de la crítica no consiste en aplaudir todo lo que hacen los artistas; ni en ser ella la “señorita simpatía” (sic) que debe llevarse bien con todo el mundo del arte. Avelina argumenta que el arte exige de inteligencia, de usar los sentidos y la razón para abstraer lecciones que nos ayuden a ser mejores seres humanos. Su crítica va hacia muchas de las nuevas artes o pseudo artes de nuestro siglo, pero también pasa por el cine, música, literatura, artes plásticas, artesanías y hasta arquitectura.

Me lleva esto a la realización de que para volver a tener ciudades hermosas, con edificios que inspiren y con barrios y colonias donde se pueda vivir con todos los servicios necesarios al alcance a pie; asimismo, para que tengamos de nuevo música hermosa que no nos degrade; y para contar con artistas que nos ofrezcan importantes obras de arte que nos ayuden a transformarnos en mejores personas; tenemos que cultivar una audiencia inteligente, que opine, que busque, que compare, que discuta y que debata para que encuentre esos campos comunes donde se forme el entendimiento y, con suerte, progreso.

 

Flavio Díaz Mirón Rodríguez

Presidente INTBAU MÉXICO

diazmiron.flavio@gmail.com