DOS PALABRAS / SER O NO SER

Por Flavio Díaz Mirón

 

  • Ser o no ser: Recuperar la ordenación urbana o seguir descendiendo en el caos

 

Hace mucho tiempo, México se distinguía por tener ciudades magníficas, pueblos ordenados y comunidades rurales pintorescas, las cuales, no eran descritas ni como grises, ni difíciles de transitar, ni altisonantes, ni irrespetuosas del paisaje, sino todo lo contrario; eran una armoniosa y complementaria extensión del propio paisaje.

Por ejemplo, existen descripciones de la antigua Ciudad de México del siglo diecisiete de viajeros ingleses, italianos, españoles –incluido el célebre explorador alemán Humbolt y describían a la capital novohispana como ordenada, elegante y accesible. Pueden leer más observaciones en el libro “La Ciudad de México antes y después de la conquista” para darse cuenta de que hubo numerosos periodos positivos en cuanto a la planeación de asentamientos mexicanos.

Inclusive durante el México independiente y posrevolucionario, las ciudades y pueblos de México todavía se veían elegantes, sólidas, en armonía con los paisajes y con las sensibilidades humanas, y estas últimas (las sensibilidades) son (a pesar de lo que digan los arquitectos actuales) eternas. Llanamente, las sensibilidades del ser humano se rigen por el hambre de belleza, técnica, comodidad, utilidad y trascendencia.

Sin embargo, ese México ordenado y hermoso ya no existe. Hoy, el campo rural contiene construcciones de tabiques de cemento gris; las técnicas tradicionales y la arquitectura vernácula, calibrada al clima del lugar, no se transmiten más a las nuevas generaciones. La herencia de paisaje hermosos se perdió al tiempo que las tradiciones constructivas se olvidaron.

Lo anterior pudo haber sido por numerosas razones, mas no cabe duda de que las varias revoluciones y guerras no ayudaron a sembrar en el espíritu de comunidades y pueblos, una filosofía de vida a la hora de construir viendo hacia lo que es durable, útil y bello.

De las ciudades, ni hablamos… pues todos experimentamos lo dificultosas que se han convertido.

Es menester y preciso reformar las leyes y normas que conciernen al ordenamiento de asentamientos humanos y ciudades. Si el cambio no es radical, por lo menos, el cambio debe incluir palabras y reglas que se abran a una alternativa. Si en verdad nos jactamos por querer vivir en democracia, deberíamos entonces permitir la pluralidad de visiones, las opciones que abarquen también a la arquitectura y planeación de ciudades.

He aquí, la pregunta del título ¿ser o no ser? ¿Cambiar o seguir boicoteando la creación de lugares realmente exitosos, sustentables, incluyentes y hermosos?

Para repasar el año que se nos va, mucho se ha hablado sobre el urbanismo y la planeación de ciudades. Se han montado múltiples think tanks y asociaciones civiles dedicadas a tratar temas de ciudades desde perspectivas, a veces, fantasiosas como los choteados ejemplos de “ciudades del futuro” o “ciudades verdes”.

Decenas de millones de pesos provenientes de ambos sectores públicos y privados han financiado reportes y programas que se olvidan después del año o del ciclo político-administrativo. Asentamientos irregulares en lugares de riesgo, las infames casas Infonavit abandonadas, los fraccionamientos cerrados y la gentrificación, todos son problemas que se podrían solucionar si los promotores de bienes raíces, los colegios de arquitectos, diseñadores urbanos y ayuntamientos se abrieran a la arquitectura tradicional y diseño urbano tradicional.

Esto no representa un retroceso, sino un avance más consciente y acorde al lugar y a lo que somos, mexicanos. Lo que nos define como mexicanos es nuestra gastronomía, humor, cultura, territorio e historia, plasmada en lo físico, en parte, en nuestra arquitectura y diseño de ciudades. Usémosla. Retomemos lo que es nuestro, nuestra herencia y patrimonio. Continuemos desarrollando nuestra identidad.

Por lo tanto, conviene hacernos la siguiente pregunta para hacer frente al venidero 2024: ¿Ser o no ser? ¿Ser, en verdad, lo que nos proponemos ser o no serlo y seguir arrastrando el lastre de la mentira, el subdesarrollo, la degeneración?

Inevitablemente, la vida nos presentará con un cruce, que, si no tomamos la buena dirección, la dirección dura pero correcta, nos estancaremos en el lodo y veremos pasar a los que sí fueron valientes, los que sí arriesgaron todo y sacrificaron de sí para poder avanzar. ¿Qué dices tú?