DOS PALABRAS / URBANISTAS INCAPACES DE MEJORAR CIUDADES

Por Flavio Díaz Mirón

 

Existió en México una rica tradición urbanística, flexible y pragmática, que se acomodaba a los cambios de distintas épocas y de billeteras. Si uno camina por las antiguas colonias y pueblos del México anterior al siglo XX, uno se puede percatar de la comodidad de los espacios y la atención a todos los detalles; la calidad arquitectónica y de urbanismo de esos lugares nos remite a un nivel de desarrollo que, extrañamente para nosotros, estaba más en armonía con el mundo. Sin embargo, esos trazados urbanos y la manera de integrar la construcción de ciudades con el desarrollo se han perdido. Desgraciadamente, lo que hoy tenemos son urbanistas incapaces de transformar de manera positiva nuestro entorno construido.

Parece que nada funciona bien en nuestras ciudades de hoy y que el entorno urbano que nos han vendido va en contra de nuestros propios intereses, inclusive en contra de nuestra propia salud. Quizás algunos de los 10 millones de suscriptores de Netflix en México han visto la serie “Vivir 100 años: los secretos de las zonas azules” con el autor estadounidense Dan Buettner, donde recorre las zonas donde la gente vive hasta los 100 o más años. En esta (también está el libro) serie Dan Buettner reporta que la gente que vive hasta los 100 o más años son los que se encuentran en lugares con fuerte sentido de comunidad, con una producción artesanal de alimentos y con un entorno urbano peatonal. Dan Buettner informa, en uno de los primeros episodios, que los pueblos que tienen calles y vías públicas con inclinaciones o pendientes son particularmente beneficiosos para personas adultas mayores. Esto va en contra de lo que siempre escuché: “que los adultos mayores les conviene casas y lugares planos y sin escaleras”.

Más serio aún es la correlación que han descubierto entre caminar y tener buena salud. Sin embargo, los urbanistas de hoy planean todo para que jamás estiremos las piernas, ya que nuestros entornos construidos demandan forzosamente el transporte del coche, porque los servicios y lugares no son cercanos y no se construyen tomando en cuenta las dimensiones normales que un ser humano debe caminar. Al contrario, vemos como los urbanistas de hoy celebran las nuevas torres de oficinas o departamentos, o nuevos fraccionamientos que son imposibles de pasear a pie, creando lugares cada vez más sedentarios.

Lo anterior lo saco como un ejemplo de varios de que cada día se descubren cosas positivas que antes ya se sabían que eran positivas, que no obstante a causa de los urbanistas soberbios de hoy, no se ponen en práctica. Otro ejemplo es que, si bien en la zona centro del país no hace tanto calor como en las zonas norte o sureste, antes la construcción de edificios en colonias con mucha población se construían portales en las plantas bajas que ofrecían un lugar peatonal para varios comercios y entradas con sombra. Los portales fueron una invención urbanística con fuerte presencia en Nápoles, Italia, y que todavía podemos ver en los centros históricos de nuestro país. Hoy, en lugares con mucho calor, los urbanistas creen que la construcción de portales es una práctica que no se debe hacer porque sería caer en un “falso histórico”, entonces las nuevas urbanizaciones carecen inclusive de la infraestructura básica para que el ser humano camine en sombra. Igualmente, los urbanistas empedernidos ni siquiera saben poner arbolados que no destruyan las superficies de banquetas o calles.

Sabemos las consecuencias de tener (no malos) pésimos encargados en urbanismo porque vivimos con las consecuencias diariamente. Nadie nos tiene que convencer dado que todos caemos en los mismos baches de calles, todos aborrecemos el creciente tráfico en nuestras ciudades, todos vemos como hay colonias sin agua y todos vemos cómo los pocos lugares que sí funcionan son los que se gentrifican.

Las cosas que han provocado esas consecuencias son muchas y de diferente naturaleza. Y es que los urbanistas de hoy carecen de imaginación. Al no estar educados en el urbanismo tradicional o clásico, nunca se han expuesto con el universo de soluciones que contiene el urbanismo tradicional para el beneficio del ser humano citadino. Al contrario, se les enseña que tienen que “innovar” pero en un estricto sentido, sólo siguiendo los preceptos del Movimiento Moderno del urbanismo y reverenciando al, quizás peor exponente que la humanidad haya creado: Le Corbusier.

Es por tal motivo, que abogo por un urbanismo precorbusiano, en el cual las ciudades se puedan caminar más y así tener una mejor calidad de vida; asimismo que hayan edificios e infraestructura que engloben la eterna triada vitruviana: solidez, comodidad y belleza. Igualmente, hago un llamado para que exista una mayor relación entre arquitectura y territorio, y abandonar el uso masivo, indiscriminado y crónico del cemento reforzado que tanto daño hace al medioambiente y a nuestra calidad de vida, debido a que son técnicas que no crean edificios ni duraderos, ni cómodos, (me perdonarán los arquitectos de hoy) ni hermosos.

El urbanismo precorbusiano puede tomar distintas formas, como el new urbanism de los Estados Unidos de América, donde en aquel país crecen las críticas hacia el sistema de planeación urbana el cual impide legalmente la creación de barrios de densidad mediana y de infraestructura vial peatonal.

Sólo el urbanismo precorbusiano, amplio en su abanico de soluciones y formas, puede llevarnos a vivir ciudades sostenibles. Lo demás, es demagogia.

 

Flavio Díaz Mirón Rodríguez

Pdte. INTBAU México

diazmiron.flavio@gmail.com

intbaumexico.com